NUESTRA TITULAR

© Por Jesús López Alfonso - Profesor de Historia y Arte. Sevilla
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consentimiento del autor y/o la Hermandad

 

      La Historia de la devoción a la Virgen del Rosario en Cartaya, viene marcada por tres imágenes marianas de esta misma advocación que han sido titulares de la hermandad y que han ostentado el Patronazgo de la Villa desde 1751.

1902. La Virgen del Rosario, procesiona en el cortejo del Corpus.
Las andas de la Virgen en la esquina de Calle Nueva con Villeda
      Poco podemos decir de la primitiva imagen y lo único que ha llegado a la actualidad para poder aportar algo en torno a Ella es su Niño y el testimonio de los hermanos Corpas, que al hablarnos de la Capilla de la Virgen del Rosario nos dicen de Ella que “fue sustituida por ser muy pequeña” y que la misma “ya existía en 1688” . Asimismo nos mencionan como el Padre Juan Gabriel de Contreras trae una nueva imagen , que fue la que se veneró hasta los asaltos de 1936.

      Sin embargo existe otra fuente que nos informa como la primitiva imagen fue pasto de las llamas en un incendio que se declaró en su altar de Novena. Se trata del llamado “Libro número Uno de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario” Este fue redactado por Don José Jurado Vázquez en 1936, puesto que el archivo de la Hermandad y otras prendas de la misma se guardaban en la casa de la familia Macías López, y por temor a que se tomasen represalias contra ellos si había un registro en la casa por parte de agentes republicanos, decidieron destruir toda la documentación existente, pereciendo por tanto todos los testimonios escritos.


Imagen de la Virgen del Rosario, Donada por el Venerable
Padre Gabriel de Contreras

      El señor Jurado antes de la quema tomó los datos que creyó más importantes de manera manuscrita para que quedase constancia de los mismos, y entre ellos da cuenta del referido incendio que destruye la imagen primigenia.

      Aunque no tengamos fecha exacta del suceso, si podemos establecerlo en la segunda mitad del XVIII, puesto que el Padre Contreras fue párroco de la villa hasta su muerte en 1797 y es quien regala la segunda imagen.

 
      De la perdida, sólo nos dice que era una imagen de talla, pero al haberse conservado la figura del Hijo, se confirma la información de que era de tamaño menor del natural, y seguiría la iconografía tradicional de la Virgen con el Niño. Éste, se trata de una imagen sedente, desnudo, con la pierna izquierda cruzada sobre la derecha, la mirada dirigida al espectador. Los brazos se encuentran extendidos, lo que aporta gran dinamismo a la escultura, encontrándose la mano derecha en actitud de bendecir mientras que con a izquierda cierra los dedos para sostener el rosario.


      Las características formales de la imagen nos remiten a modelos sevillanos del XVII, en concreto al taller de los hermanos Rivas, en el cual, Felipe era el que se ocupaba de la escultura y es en esta órbita en la que debemos situar la autoría.

      Posiblemente la imagen de la Madre sería del mismo autor, por lo cual, su aspecto sería bastante parecido al de la también desaparecida Virgen de la Granada de Moguer, obra del taller de los Rivas.


Altar de Cultos para la Novena de Nuestra Amantisima
Titular, Reina, Madre y Patrona de Cartaya

       Tras este suceso, como ya hemos referido, padre Contreras regala una nueva imagen de la Virgen para que continúe el culto a la advocación del Rosario y con la idea de integrar en la misma en Niño de la anterior, idea que se desecha al comprobar que este queda desproporcionado por su pequeño tamaño, así que el sacerdote adquiere otra imagen del Niño Jesús más acorde con la estatura con el nuevo simulacro mariano.


       Las únicas fuentes con las que a día de hoy contamos para conocer el aspecto de esta segunda versión de la Virgen del Rosario son las fotografías que nos han llegado, por las cuales observamos una escultura de tamaño natural, en la que se representaba a la Virgen de pie, sosteniendo en su mano derecha el cetro así como un ramo de flores de talco, y en la izquierda al Niño Jesús, que afortunadamente se salvó de la quema y sigue venerándose en la actualidad, formando grupo con en el nuevo simulacro mariano, por lo cual, nos dedicaremos a su estudio al referirnos a la actual imagen.

 
       La posición de la cabeza era frontal, así como su mirada, con cejas finas y arqueadas y boca cerrada. Las facciones del rostro eran redondeadas, y el cuello sin anatomizar, por lo cual, pensamos que la misma se habría realizado en el siglo XVIII, siguiendo los modelos de la escuela sevillana de imaginería, si bien se trataba de una imagen más devota que artística.


        En el año 1936 ardía la Parroquia de San Pedro en la cual, entre otras esculturas se encontraba la de la Virgen del Rosario, así como toda la documentación del archivo parroquial, por cual, no tenemos ningún testimonio escrito sobre la llegada a Cartaya o posible autoría de nuestra anterior titular.


La Virgen del Rosario en el cancel de la puerta del Templo

       Ante esta pérdida, la familia Perez Pastor cede una imagen de la Virgen a la que la hermandad tributará culto hasta la adquisición de la actual, que se encarga a finales de 1938 al imaginero ayamontino Antonio León Ortega por la misma familia anteriormente mencionada, siendo bendecida en Septiembre de 1939, por el párroco D. Diego Guzman, apadrinada por D. Ángel López Borrero y Doña Leonor Pérez Pastor. que siguió las trazas de la perdida, si bien, en 1940 es devuelta al taller del citado escultor para que retallase la zona de los ojos y la barbilla.


        El hecho de basarse en la anterior, hace que continúe teniendo la posición frontal, si bien las facciones no reproducen con exactitud, mostrando unas facciones más dulces y redondeadas.

      La pieza más interesante del grupo, es sin duda la del Niño Jesús, que como hemos comentado, se salvó afortunadamente de la bárbara destrucción de 1936.
Imagen del Niño Jesús de la Virgen

       Se trata de una imagen que se encuentra de pie, en actitud itinerante, adelantando la pierna izquierda sobre la derecha, y haciendo gracioso contraposto sobre la misma. Los brazos se encuentran extendidos, el izquierdo con la mano hacia el contemplador mientras que la derecha queda con los dedos semicerrados en actitud de sostener algún objeto, a día de hoy el rosario y posiblemente en su origen la cruz.

     La cabeza posee cabellera peinada hacia su derecha, cayendo el pelo en graciosos bucles a la altura de las orejas. El rostro es realmente infantil, de expresión risueña, mirada dirigida al espectador, cejas arqueadas, mejillas redondeadas y sonrosadas, haciendo del mismo una imagen que a la vez que nos acerca a la humanidad de Cristo por la niñez y la dulzura de la misma, también nos lleva a su divinidad por su actitud acogedora a la vez que majestuosa.

       Por su esquema compositivo vemos como originalmente se concibió para ser una escultura exenta, en la que se venerase por ello de forma aislada al Niño Dios, cuya devoción e iconografía tuvieron gran desarrollo en el siglo XVII con la Contrarreforma, en las que el culto a la Eucaristía y el Dulce Nombre de Jesús, da origen a la profusión de este tipo de imágenes , y cuyo modelo fija Juan Martínez Montañés en el realizado para la hermandad del Sagrario de la Catedral de Sevilla en 1606.

      Sin embargo, será a partir de la aparición en el panorama escultórico sevillano de José de Arce, cuando se realice una renovación en las formas, y por ello, la iconografía del Niño Jesús también tendrá su propia evolución.


       Así, los modelados se suavizan, ofrecen menor profusión en los detalles y las composiciones serán más dinámicas. Estas nuevas maneras serán las que sigan los jóvenes escultores sevillanos, hasta entonces imbuidos en la estética montañesina, y en esta nueva corriente debemos situar a un seguidor de Arce: Felipe de Rivas, que realiza la primera escultura documentada de este tema que no sigue los postulados montañesinos: El Niño Jesús de la Parroquia de San Juan de la Palma de Sevilla, a la que seguirán otras como el conservado en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid o el del Museo de Bellas Artes de la capital hispalense.

Imagen actual de la Patrona de los Cartayeros


      No podemos dejar de lado tampoco las versiones que realiza del tema de San Juan Bautista niño, como la que se encuentra en la referida parroquia sevillana de este mismo título y que hace pareja con el Divino Infante.

      Las coincidencias en el esquema compositivo de ambas imágenes del Niño Jesús que posee la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario de Cartaya, con las obras arriba citadas, hace que fijemos la fecha de ejecución de ambos a mediados del siglo XVII, y su autoría en el círculo de José de Arce, concretamente en el taller de los hermanos Rivas, en el cual Felipe esculpía, Gaspar policromaba y Francisco Dionisio se dedicaba a la realización de retablos.

      Por todo ello, no creemos que sea casual que la imagen del Niño que hoy se venera junto con la escultura mariana pertenezca a esta autoría, puesto lo más probable es que el padre Contreras lo adquiriese por su similitud con el primitivo en cuanto a las facciones redondeadas, modelado de la cabeza y dinamismo de los brazos, y por ello sería más cercano a los fieles que continuarían en el mismo el recuerdo del perdido simulacro.

Archivos consultados:

- Román Delgado José y otros: “Datos históricos sobre Cartaya, Edición crítica de la obra de los hermanos corpas”. Editado por Ayto de Cartaya, 1993, página 96.
- Íbidem
- Íbidem
- Archivo de la Hermandad del Rosario de Cartaya: “Libro número Uno de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario”, pág. 2
- Gabriel Curiel Juan Francisco: “Biografía del venerable sacerdote Don Juan Gabriel de Contreras, presbítero de Cartaya”. Pág 23. Ed, la Comercial, Cartaya 1956.
- Romero Torres, Jose Luis: “Juan Martínez Montañés, The Infant Christ”, en “An eye on spanish sculpture, 1550-1750”, pág. 80. Mathiensen fines arts LTD. Londres, 2002.